12/12/2017

El pintor de Babel - Verde

Realmente hacia mucho frio, no tuvo más remedio que colarse en ese tren. El calor de la gente calentaba el ambiente. Hacía meses que no vendía ni un solo cuadro, y ya solo le quedaba material para una única pintura más. Enfrente, 2 mujeres vestidas con pijamas blancos, chismorreaban trivialidades…
Mujer 1: ¿Sabes la de la planta 3 b? Hace un año que entró, nadie sabe por qué. Aun no ha venido nadie a visitarla en este tiempo.
Mujer 2: Pobre chica…
Mujer 1: Yo creo que esta así por pena.
Mujer 2: Pobre…
Siguieron hablando de temas del corazón, y el, se quedo pensando…
Las dos mujeres acabaron bajando en una estación, y el, instintivamente las siguió. Entraron en un hospital, y el, descolocado, fue a la tercera planta, a recepción.
Pintor: Buenos días, quisiera saber el informe de la paciente de la b.
Recepcionista hojeando informes: ¿Es usted un familiar?
Pintor: Es mi futura esposa, nos íbamos a casar a mi regreso de un largo viaje.
Recepcionista: Vaya… lo siento mucho… Es mejor que hable con el doctor.
Pintor: ¿Dónde puedo encontrarle?
Recepcionista: Esta almorzando, estoy segura de que le atenderá igualmente. Baje a la cafetería, es el único doctor con barba.
Se fue a ver el doctor.
Pintor: Disculpe, me han dicho que usted podría informarme sobre la paciente 3 b.
Doctor: Mmmmmm… ¿Es usted un familiar?
Pintor: Íbamos a casarnos…
Doctor: Lo siento, tengo que darle malas noticias, le invito a una tila.
Pintor: Gracias doctor.
Doctor: Hace aproximadamente un año, un lunes, a las 9 de la mañana, su mujer fue a trabajar a la oficina. Se sentó en su silla, encendió el ordenador, cumplió sus 4 horas de mañana, apagó el monitor, y…
Pintor tomándose la tila: ¿Y?
Doctor: Se desmayó, desde entonces está en coma. Pensábamos que no tenia familia ni amigos, nadie la conocía apenas, hasta su llegada.
Pintor:…
Doctor: Lo sé, todo tiene sentido, y un día… el mundo se rompe, cambia las normas.
Pintor:…
Doctor: Me hice médico para delegar mi fragilidad a algo que parece engañar a la muerte, pero acabé descubriendo que somos tan o más vulnerables como cualquier otro ser del planeta.
Pintor:…
Doctor: No le voy a engañar, las posibilidades de que despierte son mínimas cuando ha transcurrido tanto tiempo.
Pintor:…
Doctor: Suba en media hora, mandaré poner una cama por si quiere quedarse a su lado, ojala pueda hacer más por ustedes…
Pintor:…
El doctor se fue y el pintor acabó lentamente su tila. Al rato subió a la tercera planta. Abrió la habitación b. En ella había una joven muchacha de unos 18 años, morena con el pelo largo. Reposaba dentro de una cama, como dormida, la luz reflejada en la tela blanca le hacía sugerir virginal. A él le pareció un ángel, como si jamás hubiera visto a una mujer, y ahora viese a todas las que vio en su vida, concentradas en una sola. Pensó en que ojala hubiera sido su prometida, se acababa de enamorar de una desconocida en coma.
 Se estiró en la cama y le cogió la mano.
Pintor: No puedes verme, te debes sentir muy sola aquí. Llevas un año sin que te vengan a ver. Te han metido en una habitación, y acabo de enterarme. No nos conocemos, pero no te voy a dejar sola. Soy pintor, y mi vida también está en coma, no tengo adonde ir ni que comer. Nos haremos compañía y ambos cuidaremos del otro, cada uno a su manera…
Siguió hablándole toda la mañana, hasta que por la puerta apareció una enfermera con una bandeja.
Enfermera: Como es usted tan cariñoso con su mujer, le he pedido a la cocinera que le preparé algo, así no tienen que separarse.
Pintor: Gracias.
Cuando la enfermera se retiró, el pintor hambriento, se lanzó a comer.
Pintor: Me han traído algo de comida, seguro que te gustaría recordar lo que es comer… De primero hay ensalada, las lechugas se reblandecen cuándo se aliñan, su textura es la de una bolsa de plástico blanda, al morderlas el agua de su interior baja suavemente por las encías. También hay trozos de cebolla, es ligeramente acida y huele a lágrimas. El tomate es húmedo e hinchado, como unos labios carnosos… ¡es una ensalada!
Pintor sonriendo: De segundo tenemos carne estofada, con patatas y guisantes de guarnición, bañado en salsa.  La carne es gomosa, se deshace como mantequilla en una sartén. Al masticar el conjunto, todo adquiere una dureza y textura similar, y el sabor se mezcla en una pasta jugosa que recuerda a los sabores de la infancia, cuando todo es reblandecido y desprede el aroma a hogar.
Pintor melancólico: De postre tenemos un yogurt de limón, me apena que estés tan cerca de él, y a la vez tan lejos… El yogurt suele escurrir un poco de agua, es un poco acido y huele a ralladuras de piel de limón. Su textura es la de un puré semilíquido, ligeramente frio. Cuando un bebe toma su biberón, suele caerle un hilo de leche bajando como una vena, al cabo de una hora huele grumoso, huele a yogurt.
Cada 3 horas venían a cambiar su posición para evitar yagas, cada muchas más, un fisioterapeuta entraba a mover sus músculos para evitar que se atrofiasen. Un par de veces al día limpiaban sus deposiciones, y cada semana limpiaban su piel con una toalla húmeda. Al pintor le dolía el pensamiento al ver a esa persona reducida a un objeto, con el tiempo aprendió a hacer esas tareas, minimizar los tiempos, y humanizar un poco algo mas sólido que un corazón latiendo solo. Le gustaba peinarla, arreglar sus uñas, limpiar sus legañas, hidratar su joven piel, cuidar de ella. Por las noches parpadeaba sus pestañas, como una mariposa, volando en el contorno de su boca. Era su manera de darle las buenas noches.
No necesitaba salir de esa habitación, la comida venia sola, disponía de una ducha, una cama, y de alguien que respiraba como él, para que necesitar más… El hospital disponía de biblioteca, y solía leer en voz alta para los 2. Los palabras con léxico complicado, las buscaba en el diccionario, para juntos entender lo leído, y si una frase era complicada de comprender, la repetía lentamente.
Su única ropa eran los pijamas del hospital, sus posesiones se reducían a un jersey, unos pantalones, un par de zapatos, pintura y un único lienzo. Se pasó días enteros mirándola y estudiándola, hasta que se decidió a pintarla. Cada pincelada era un contacto, cada color una emoción. Miles de caricias y algunos colores, los que tenía y aprendió a combinar, formaban el rostro de esa muchacha, una cara que amablemente susurraba…: Despiértame…
Ese cuadro tenía más sangre y sentimiento que muchas vidas, era su mejor trabajo, justamente, porque nunca lo fue…
Lo colgó en el centro de la habitación, y cada vez que alguien venía, se quedaba fijamente mirándolo. La primera vez que una enfermera lo vio, se le cayó al suelo la bandeja de comida, llegó a sentir como el rostro exhalaba a su mismo ritmo, a sentirse acompañada detrás de sus pupilas, a no estar sola.
Con los días, el cuadro se hizo conocido por todos los trabajadores del hospital, y con las semanas por los mismos pacientes. Lo fotografiaron para no tener que entrar todos, pero no se conseguía llegar a parecerse la experiencia. Al final, el pintor donó el cuadro al hospital para no romper más, la rutina de la joven con visitantes curiosos. Con los meses un rico coleccionista ofreció una cuantiosa suma de dinero para modernizar el hospital, a cambio del cuadro.  El pintor sonrió y aceptó el trato, siempre que le dieran unas nuevas telas y pinturas. Con el tiempo hizo más retratos de su musa dormida. Los cuadros eran cotizados, el trato siempre era el mismo, dinero para mejoras en el hospital, y una telas y pinturas. Con el tiempo, llegó a ser el hospital mas equipado del país, y con los años, el del mundo. En honor a su benefactor, el hospital se especializado en el coma, y en conseguir devolver a los comatosos al mundo de los menos dormidos.
El seguía con sus mismas posesiones y actividades, envejecieron juntos 5 años.
Con la ayuda de la ciencia y  la conciencia, un lunes, a las 9 de la mañana, la chica despertó. Se levanto, y llamó a la enfermera sin querer. Esta acudió al timbre que hacía 20 años no sonaba, y casi sufre un infarto. Soltó un grito que parecía tener uñas, despertó a todo el hospital. El pintor se alzó, y quedó petrificado al ver a la  joven despierta. Acudió el doctor con barba rápidamente hacia los orígenes del grito.
Doctor: !¿Que sucede?!
Enfermera: Doc…doctor, ha despertado…
Doctor: ! Coñooooooooooooooooooooooooo!
Muchacha: ¿Qué pasa aquí?
Pintor: …
Doctor: Acaba de salir de un coma. ¡Llevaba años así!
Muchacha: Imposible, estoy en la oficina, y ahora iba a irme a casa.
Pintor:…
Doctor: Usted cayó en coma. Su novio lleva tiempo cuidándola, el se lo confirmará.
Pintor con ojos de plato: ….
Muchacha: ¿Mi que…? ¡No conozco a este hombre de nada!
Pintor pequeño, pequeñito, minúsculo…: …
Doctor: Es obvio lo que sucede aquí, usted sufre una clara amnesia de determinados recuerdos, tal vez recupere sus recuerdos, o los haya perdido para siempre.
La chica fue calmándose y aceptando la situación, tras mucha rehabilitación una mañana le dieron el alta, y fueron a la polvorienta casa de ella a vivir:
Muchacha: Todo esto es muy extraño, juraría no haberte visto antes en toda mi vida, solo recuerdo que siempre estuve sola, y que solo quería dormirme y no despertar.
Pintor tocándose levemente la nariz: …
Muchacha: No tiene sentido que me hayas cuidado tanto tiempo, si no fuera importante para ti. Tendremos que empezar de nuevo.
Pintor: …
La muchacha le besó y empezó de nuevo con su vida. El tiempo pasó, con rachas buenas y malas, como las de una pareja que se ama.
Un día, los 2 estaban en la cama, ella se ponía cremas, y el hojeaba un libro.
Pintor: Amor, tengo algo que confesarte.
Muchacha: Si estuviste con otra mujer cuando estuve en coma, quiero que sepas que lo entiendo, mi futuro era incierto, y es normal que desearás estar con otras.
Pintor: No, no es eso, no salí de esa habitación.
Muchacha: ¿Qué quieres contarme?
Pintor: Verás amor, es importante para mí, que sepas que en realidad te conocí en coma, me enamoré de tu silencio, y ambos nos cuidamos desde entonces…
Muchacha: Verás, es importante para mí, que sepas que en realidad he ido recordando miles de libros y sabores. Cientos de cuadros, como si viviera por todo el mundo un trocito de mi. He sentido cien mil caricias recorrer mi cuerpo. Nunca me creí haberme enamorado de ti, pero ahora no me cabe duda, hazme el amor y olvidemos lo que acabas de contarme.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Una vez más... un suspiro.

Arañita

10:23 p. m., enero 07, 2018  

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